André Frossard, el comunista ateo convertido súbita y sorpresivamente al catolicismo al que me refería en un segmento anterior, hacía la siguiente honesta confesión respecto de su pasado ateísmo: “Eramos ateos perfectos, de esos que ni se preguntan por su ateísmo… Pues el ateísmo perfecto no era ya el que negaba la existencia de Dios, sino aquel que ni siquiera se planteaba el problema”. Y es que la única forma de sostener el ateísmo sin inmutarse es no plantearse siquiera el problema de la existencia de Dios, pues en el momento en que comienza a plantearse con seriedad, el ateísmo comienza a resquebrajarse y a naufragar, al punto que Claude Tresmontant demostró con todo el rigor del caso que: “El ateísmo puro es impensable, y, de hecho, jamás ha sido pensado… no hay… ninguna filosofía coherente que haya pensado el mundo en una perspectiva atea”. Sin embargo, debemos reconocer que son más honestos los ateos teóricos que intentan fundamentar racionalmente su ateísmo y hacen, por lo menos, el esfuerzo intelectual para construir un sistema de pensamiento ateo medianamente coherente; que los ateos prácticos que, sin negar necesariamente a Dios y a veces diciendo incluso creer en Él, viven no obstante como si Él no existiera. Porque ante Dios son preferibles quienes actúan de acuerdo con su honesta pero equivocada creencia, como lo hizo Eliú en el libro de Job: “Mis palabras salen de un corazón honrado; mis labios dan su opinión sincera” (Job 33:3), que quienes actúan de manera imperdonable en contravía con su profesada y declarada creencia en Dios.
Ateísmo errado, pero honesto
9 marzo, 2021
2 Lectura mínima
“Los ateos declarados son, no obstante, más honrados y sinceros que todos los que, sin negar a Dios, viven como si Él no existiera”
También te puede interesar
Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
Deja tu comentario