La ya típica expresión: “Yo creo en Dios, pero a mi manera”, deja en evidencia la altiva y completamente insostenible presunción de pensar que nosotros somos quienes establecemos la manera correcta de creer en Dios y no Dios mismo. Parece ser que mucha gente cree en Dios, pero al mismo tiempo se cree con derecho a corregirlo para acomodar la fe a sus propios deseos y expectativas. Incluso en la iglesia hay quienes escogen qué creer de la Biblia y qué desechar de ella y dicen cosas como: “Estoy de acuerdo con que matar es malo, pero no estoy de acuerdo en que tener relaciones sexuales antes o por fuera del matrimonio sea malo”. Gente que piensa que Dios ha debido revelarse de una forma diferente y más clara que la que encontramos en la Biblia y en Jesucristo. Por lo visto hay mucha gente que quiere servir a Dios. Pero no en calidad de siervos, sino de asesores. Dándole consejos sobre cómo debería haber hecho las cosas, presumiendo que ellos podrían haberlo hecho mucho mejor que Él. A modo de ejemplo, el filósofo cristiano alemán Gottfried Leibniz hizo una lúcida exposición para defender el carácter de Dios revelado en la Biblia concluyendo que, a pesar del mal en el mundo, éste sería no obstante: “el mejor de los mundos posibles”. Pero luego Voltaire dijo con insolente atrevimiento que a él se le hubieran podido ocurrir muchos mundos mejores que éste. Cobra vigencia lo dicho por el profeta: “¡Qué manera de falsear las cosas! ¿Acaso el alfarero es igual al barro?… ¿Puede la vasija decir del alfarero: «Él no entiende nada»?” (Isaías 29:16)
Asesores de Dios
28 agosto, 2021
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“Casi todos los seres humanos quieren servir a Dios pero no en calidad de siervos obedientes sino en la de presuntuosos asesores”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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