El hombre fue creado por Dios originalmente para ser Su representante en el mundo y ejercer en Su nombre un dominio delegado, benévolo y responsable sobre la creación. Génesis 1:28 declara: “y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.»”. No es, pues, casual que todos los seres humanos sintamos el deseo natural de ejercer algún tipo de dominio o control en nuestro ámbito de influencia, sea nuestro espacio personal más inmediato, nuestra habitación, nuestro hogar, nuestra oficina, nuestra empresa o nuestro país, en el caso de los gobernantes políticos de nuestras naciones. No lo hacemos, entonces, porque sea una necesidad que tengamos que satisfacer, sino porque es una obligación que Dios nos impone y que es inherente a nuestra condición humana. Pero no podemos olvidar que es una obligación de la que tendremos que dar cuenta y que no podemos, por lo tanto, utilizarla como pretexto para ejercer un dominio arbitrario, explotador y déspota sobre la naturaleza y sobre nuestro prójimo, sino un dominio constructivo y respetuoso que cuide bien lo que nos ha sido encargado por Dios, para que estemos en condiciones de salir bien librados cuando Él regrese y nos pida rendir cuentas del dominio que nos delegó sobre un aspecto particular de Su creación, en lo que se conoce como la doctrina de la mayordomía cristiana que todos, no sólo los cristianos, deberíamos tomar en cuenta, para no ser reprobados al respecto en su momento.
Administradores de la creación
3 octubre, 2020
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"Ejercer dominio, más que una necesidad del género humano, es una obligación de cuyo cumplimiento tendremos que dar cuenta"
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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