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Aceptación y transformación

“Cristo nos acepta tal como somos pero no para dejarnos seguir siendo así, sino para llevarnos a ser mejores personas cada día”

Aceptación es una de las necesidades psicológicas que todos los seres humanos necesitamos para cultivar un sano sentido de amor propio. Pero aceptación no es un sinónimo de resignación y conformismo. Es famosa la llamada “oración de la serenidad” de Reinhold Niebuhr que dice: “Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia” que se aplica en primera instancia, más que a nuestras circunstancias, a nuestro propio carácter y personalidad. Y es que cuando nos acercamos a Dios con humildad y el deseo de que Él nos acoja, Él nos acepta tal como somos, pero no para dejarnos en esa condición, sino para transformarnos cada vez más en mejores personas, moldeándonos, guardadas las obvias proporciones, a la imagen y semejanza del Señor Jesucristo. Porque, sin perjuicio de la aceptación que Dios lleva a cabo con nosotros, Él no es Alguien mediocre, sino todo lo contrario, Él es el referente y el punto culminante de todas las excelencias. Por tanto, Él no tolera la mediocridad y, en consecuencia, cuando nos rendimos a Él debemos ser conscientes de que no descansará hasta pulirnos y moldearnos para que lleguemos a ser nuestra mejor versión, que es la que Él tenía en mente cuando nos creó, y espera hacerlo con nuestra voluntaria colaboración, que es la manera más plácida, pero lo hará también, si es el caso, a pesar de nosotros, que es la más dolorosa, todo lo cual matiza y coloca en su lugar esta declaración: “Por tanto, acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios” (Romanos 15:7)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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